Un escritor, completamente estancado en un universo ficcional al que llama realidad o una realidad que cada vez se acerca más y más a una ficción, transita un misterio mientras intenta exhaustivamente darle fin a otro, el de una novela policial. El personaje va convirtiéndose de a poco en una idea, un pensamiento vertiginoso que casi no guarda silencios. Mientras la delgada línea que separa la ficción de la realidad se desdibuja cada vez más, vemos como el personaje sucumbe y a la vez se reconoce como perpetrador y víctima de los hechos, como escritor de su propio asesinato o asesino de su propio personaje, sin poder descubrir cuál es su verdadero mundo.